En Cuba es imposible un “Regreso a Ítaca”

by    /  December 29, 2014  / No comments

Foto de Orlando Luis Pardo Lazo.

Cuba no puede evitar comportarse como la más decrépita Cuba, aunque estemos casi en el año 15 de un nuevo siglo y milenio, y aunque el gobierno de La Habana se empeñe en dar una imagen reformista de apertura con un maquillaje de régimen menos represivo.

  1. ¿Vale la pena enfocarse en las imágenes y palabras escapadas de la última utopía viviente en la Tierra? ¿Es la Cuba de hoy un país contemporáneo u otro idilio idiotlógico en el desierto ladinoamericano? ¿Nostalgia post-Guerra Fría con culpa o complicidad del Primer Mundo? ¿Cabe confiar que una Rewwwolución en Red removerá al régimen retrovolucionario de 1959? Aspiro a provocar más dudas que certezas. Leer o no leer: he aquí la cuestión.
  2. Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.

Ahora la censura cubana le cae encima a un filme recién estrenado por un prestigioso director francés, Laurent Cantet: Regreso a Ítaca. Es esta una obra que iba a la Isla tras haber sido premiada este año con el Premio Abrazo del Festival de Biarritz, y en el Festival de Venecia como cine independiente de autor. Es una obra, de hecho, que fue filmada legalmente en Cuba, y que incluso apareció registrada en el catálogo impreso del XXXVI Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que se desarrolló del 4 al 14 del actual diciembre.

Regreso a Ítaca nos cuenta la larga noche del reencuentro en La Habana de unos amigos que no se veían desde su juventud, uno de ellos exiliado en España, quien decide volver para quedarse a cambiar las cosas en nuestro país. El guión es a partir del libro La novela de mi vida (2001) de Leonardo Padura, probablemente el más reconocido de los escritores cubanos residentes en el país, galardonado en 2012 con el Premio Nacional de Literatura.

Los actores de este film franco-cubano son de primera línea: Isabel Santos, Néstor Jiménez, Fernando Echevarría, Alberto Pujols, Pedro Julio Díaz y Jorge Perugorría (mundialmente famoso por ser el protagonista de Fresa y Chocolate: un filme que, por cierto, desde 1995 sólo ha podido exhibirse en una ocasión en la televisión de la Isla, para colmo en una televisora provincial). Estos amigos entrañables y algo extrañados, desde una azotea de una Habana tan hermosa como devastada, remueven las risas y lágrimas de un pueblo que ha visto secuestrado a su país por una élite militar. De ahí la censura de los castristas.

Meses antes, en una entrevista concedida a TeleSur durante el festival de cine de San Sebastián, Jorge Perugorría declaró que era “una película necesaria para el cine cubano”: la “catarsis de una generación” sobre “una Cuba que iba a ser y que ya no más será”, pues para “reinventarse y crear nuevos sueños y crear una nueva Cuba, también hay que revisar el pasado”.

Como es costumbre en la prensa monopólica del Partido Comunista, nada ha sido publicado al respecto en Cuba. Tampoco ningún cubano involucrado en la producción de este filme —ni siquiera el propio Perugorría— se ha quejado públicamente después de tan atroz arbitrariedad. En tanto ciudadanos cautivos, la cautela es nuestro mejor instinto de conservación ante los despotismos de Estado, lo mismo en el campo cultural que en el político.

El director del Festival de Cine de La Habana, Iván Giroud, invitó por carta oficial a la productora francesa Didar Domehride para que Regreso a Ítaca participara en el festival. Después, presionado quién sabe por quién, Giroud se retractó por correo electrónico, con la justificación de que habían eliminado toda la sección de Filmes Extranjeros Sobre Temas Latinoamericanos, cuando lo cierto es que en la sección Panorama Contemporáneo Internacional se proyectaron filmes de una veintena de países, ¡incluidos otros de Francia!

Por el momento, Regreso a Ítaca circula en La Habana de manera underground, en una copia digitalizada no comercial, que se vende en el mercado negro junto a muchas otras películas y series de TV extranjeras que, de no ser así, jamás podrían verse en la Isla, aunque hayan transcurrido ya ¡56! años del inicio de aquella Revolución que iba a “liberar” a los trabajadores.

El director Laurent Cantet declaró que no trató de juzgar al régimen cubano con su obra, sino “dar la palabra a los cubanos”, los que, “al llegar a la edad en que hubiesen podido aspirar a ejercer una influencia sobre la conducción del país”, se enfrentaron a un “poder (que) se fosilizó” y “muchos cubanos se sintieron despojados”.

Por su parte, el guionista Padura, el verano pasado, dijo que esta era “la historia de una generación rota, una verdadera crónica de la supervivencia”, y que por lo tanto muchos se identificarían con el film.

Pero, al parecer, la gerontocracia de la Plaza de la Revolución tenía otra idea al respecto: nada de identificarse con nada, excepto con una ideología obcecada, obsoleta al punto ya de lo obsceno. No hay regreso posible a nuestra Isla-Ítaca. La Revolución durará mientras dure el último de sus revolucionarios, hoy todos octogenarios.

El 17 de diciembre de 2014 en una carta abierta titulada “No ha de temerse la sinceridad”, finalmente doce realizadores del cine cubano protestaron contra la “grave” censura de este filme, lo que “pone en tela de juicio la responsabilidad y profesionalidad de los dirigentes del Instituto y del Ministerio de Cultura”.

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