A él no le gusta la política, pero… ¡él le gusta a ella, compañeros!

by    /  November 25, 2014  / No comments

Gorki Águila of Porno para Ricardo. photo via Flickr user: Anthony Roderman

Su nombre es Gorki Águila y es el más provocador de los músicos cubanos. Dirige una banda de punk rock que, en un país donde el deseo es delito, se llama nada menos que Porno Para Ricardo. La fundó en La Habana de 1998 y desde entonces nuestro campo cultural, tanto oficial como underground, no ha vuelto a ser el mismo. Diríase que Gorki y sus canciones incendiarias están en la Isla sólo para eso: para dinamitar la apatía de una intelectualidad provinciana, acostumbrada a un modelo despótico-paternalista que castiga o premia a los creadores como si fueran de su propiedad.

  1. ¿Vale la pena enfocarse en las imágenes y palabras escapadas de la última utopía viviente en la Tierra? ¿Es la Cuba de hoy un país contemporáneo u otro idilio idiotlógico en el desierto ladinoamericano? ¿Nostalgia post-Guerra Fría con culpa o complicidad del Primer Mundo? ¿Cabe confiar que una Rewwwolución en Red removerá al régimen retrovolucionario de 1959? Aspiro a provocar más dudas que certezas. Leer o no leer: he aquí la cuestión.
  2. Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.

Al inicio, los dejaron realizar sus primeros conciertos y entrevistas en la pacata prensa nacional. Pero Gorki es intolerable para las tiranías, no tiene cabida en ningún castrismo. Sus letras explosivas, donde la anarquía deviene anal quía y 1959 —triunfo de la Revolución cubana— es “el año del error”, lo convirtieron en mucho más que un censurado: él es un apestado, un paria proletario que se anuda hasta la asfixia su pañoleta de pionero comunista al cuello, antes de golpear la guitarra y cantar sus groserías contagiosas contra el comandante en jefe Fidel. Y, además, él tampoco quiere ser otra cosa mientras dure la dictadura: cuando la censura se olvida de él, Gorki parece buscar él la censura.

Ha estado preso varias veces, siempre por motivos amañados. La primera vez, hace 10 años, por groupie que lo acusó (aunque después ella misma se desmintió) de incitarla a tomar partillas. La segunda vez, en 2008, por hacer ruidos en su edificio. Pero entonces la sociedad civil cubana se movilizó a su favor en internet y fue imposible encarcelarlo de nuevo: tras una semana de aislamiento, sólo le impusieron una multa equivalente a 25 dólares norteamericanos (600 pesos cubanos que Gorki pagó con varios sacos repletos de monedas).

Desde entonces, la mayor dificultad de Porno Para Ricardo no es sólo la policía política, que los vigila y acosa, sino cuando alguno de sus músicos se acobarda ante el chantaje de la Seguridad del Estado y abandona la banda. O cuando piden refugio político y se exilian de por vida de nuestro país. Pero Gorki es muy “cabezón”: un testarudo que embiste de cuerpo entero al totalitarismo. Y ha dicho que él no se irá de Cuba, aunque ya en la Isla no quede espacio alguno para su arte al límite.

Sus parodias se apropian de los himnos heroicos y los símbolos más solemnes del socialismo. Su lenguaje es crudo, crepitante, crispante. No es un ángel, es un demonio prodemocrático que hace de la ofensa una ostentación. El cuerpo es su plaza pública —impúdica— de resistencia. Por lo que su poética o punk-ética podría catalogarse de “pornopolítica de resistencia”.

Uno de los temas más conocidos de Porno Para Ricardo deja claro que “a mí no me gusta la política, pero… ¡yo le gusto a ella, compañeros!”. Esa declaración anuncia que, hagas lo que hagas en Cuba, no tiene sentido esconderse de la política, pues la propaganda, la demagogia populista, la corrupción estatal y las violaciones de derechos humanos lo ocupan todo en nuestro país y, tarde o temprano, te exigirán someterte a ella: ¿sádicocialismo…? Hacer silencio entonces sería una soberana complicidad.

Gorki ha logrado en varias ocasiones salir de la Isla e impactar el resto del planeta con su humor ácido pero nunca árido, sino fértil de una fe en ese “futuro que pertenece por entero al futuro”, según una de sus propias grabaciones, las que ellos deben hacer de manera clandestina y amateur en casas particulares, pues todas las disqueras en Cuba son propiedad privada del mismo Estado que los repudia. Así, la voz de Porno Para Ricardo, que circula como un fantasma digital de disco en disco en la Isla, es accesible ahora a todos los que quieran solidarizarse con su mensaje. Y mientras más visibilidad reciban los artistas y activistas independientes cubanos, menos impunidad tendrán sus represores reacciovolucionarios.

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