The 2012 Prize for Discord (Spanish Text)
by Horacio Castellanos Moya / November 22, 2012 / No comments
La entrega al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2012, que otorga anualmente la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, ha causado un escándalo. Varios escritores mexicanos han impugnado el hecho de que ese premio, que consta de 150 mil dólares y era hasta ahora el de más prestigio en Latinoamérica, haya sido concedido a un escritor acusado y condenado por plagio en su propio país.
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- Horacio Castellanos Moya is a writer and a journalist from El Salvador. For two decades he worked as a journalist in Mexico, Guatemala, and his own country. He has published ten novels, five short story collections and two books of essays. He was granted residencies in a program supported by the Frankfurt International Book Fair (2004-2006) and at City of Asylum/Pittsburgh (2006-2008). In 2009, he was a guest researcher at the University of Tokyo. Currently he teaches at the University of Iowa.
El caso adquirió tintes bochornosos cuando los directivos de la Feria decidieron entregar el Premio a Bryce de forma privada en su casa en Lima, en vez de hacerlo en el magno evento de inauguración de la Feria de Guadalajara, como era la tradición hasta ahora. Los directivos reconocieron que dada la polémica y la impugnación, las condiciones no sería propicias para entregar el premio en ese evento público, pues se produciría un mayor escándalo.
Bryce Echenique (nacido en Lima en 1939) es un narrador de larga trayectoria. Su novela Un mundo para Julius (1970) fue un acontecimiento literario en el mundo de habla hispana. Después ha publicado varios libros, quizá de menor calidad, pero siempre de gran repercusión. Vivió muchos años en Francia y también en España, donde obtuvo importantes premios. A su regreso a Lima se convirtió en columnista de un periódico. Pronto se descubrió, sin embargo, que muchas de sus columnas eran plagiadas de autores poco conocidos de España. Bryce se defendió diciendo que el uso indebido de columnas ajenas había sido un error de su secretaria. Hubo juicio en Perú, y fue condenado y multado.
Los directivos del premio se han lavado las manos: dicen que la decisión la tomó el jurado y que ellos sólo acataron el fallo y no tienen potestad sobre el mismo. El jurado, por su parte, ha dicho que decidió entregarle los 150 mil dólares a Bryce por el alto valor de su obra narrativa, no por las columnas periodísticas plagiadas.
La respuesta de Bryce ha sido muy clara: él no pidió ese premio, sino que se lo concedieron. No existe ninguna razón para que rechace los 150 mil dólares que le han ido a entregar a su casa. Y a los que lo han cuestionado, les ha dicho: “¡Que se jodan!”. Lo mismo habrá dicho seguramente a aquellos a quienes plagió las columnas.
La pregunta que queda en el aire es si el jurado (presidido por el escritor Jorge Volpi e integrado por el académico Julio Ortega y la reportera Leila Guerrero, entre otras figuras destacadas) no previó que la entrega del premio a Bryce levantaría protestas, habida cuenta de que el escándalo por el plagio ha sido del dominio público desde hace varios años. ¿O es que la decisión del jurado fue motivada por intereses empresariales-editoriales que carecen de consideraciones éticas como el plagio?
Por lo pronto, lo único cierto es que el prestigio del Premio FIL ha resentido el golpe. Despejarlo de sospechas será una ardua tarea para sus directivos.