Carromero’s Courage (Spanish Text)
by Orlando Luis Pardo Lazo / August 19, 2013 / No comments
Hay que tener un coraje casi suicida para acusar de doble asesinato a la Seguridad del Estado cubana, filial de la antigua KGB soviética, que tiene miles de oficiales y millones de colaboradores dentro y fuera de la Isla.
- ¿Vale la pena enfocarse en las imágenes y palabras escapadas de la última utopía viviente en la Tierra? ¿Es la Cuba de hoy un país contemporáneo u otro idilio idiotlógico en el desierto ladinoamericano? ¿Nostalgia post-Guerra Fría con culpa o complicidad del Primer Mundo? ¿Cabe confiar que una Rewwwolución en Red removerá al régimen retrovolucionario de 1959? Aspiro a provocar más dudas que certezas. Leer o no leer: he aquí la cuestión.
- Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.
Acusa desde Madrid Ángel Carromero, joven cuadro del Partido Popular, extraditado desde La Habana y todavía cumpliendo una sentencia de 4 años, acusado de la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero, líderes del opositor Movimiento Cristiano Liberación (MCL), los que eran conducidos por él el 22 de julio de 2012 en un auto, junto al democristiano sueco Aron Modig (quien al igual que Carromero resultó ileso).
Deportado a los pocos días a Suecia, Modig sólo recuerda que iba dormido, aunque ha ratificado su confianza en la versión del español. Carromero expuso su relato a The Washington Post y a El Mundo, así como en radio y televisión. También se lo confesó todo en persona a la hija de Payá, la activista de derechos humanos y nueva líder del MCL, Rosa María Payá.
Según él, no hubo accidente (como afirmara en un video inicial, coaccionado e inyectado con sustancias que aún ignora): otro carro los empujó fuera de la carretera en el Oriente de Cuba, y hombres de civil y en uniforme se llevaron a los dos extranjeros a la fuerza hacia un hospital de Bayamo. Horas después, ambos cubanos eran cadáveres.
Aunque no tiene más evidencias que unos sms enviados desde el hospital, su conciencia no lo dejaba en paz y Carromero rompió un pacto tácito con el poder secreto del castrismo: la Seguridad del Estado. Lo más fácil hubiera sido auto-incriminarse con su silencio. Pero ni eso lo hubiera salvado en tanto testigo: igual sería un cadáver caminante.
Ahora, gracias a su voz y la de Rosa María Payá, el mundo se va suma ahora al reclamo de una investigación internacional sobre las muertes violentas de dos seres humanos pacíficos y sin antecedentes penales. Esa verdad nos hará libres. Gracias en nombre de Cuba, Ángel Carromero.