De Encapuchados del Estado a Encapuchados con Derechos Arrebatados
by Dina Meza / July 11, 2016 / No comments
Un grupo de estudiantes “encapuchados” demandan derechos a pesar de varios enfrentamientos con la criminalización, el desprestigio y la violencia.
La frase encapuchados se está usando en la Universidad Nacional autónoma de Honduras, UNAH, como un elemento peyorativo para referirse a los estudiantes que se cubren sus rostros para no ser reconocidos por las autoridades de la universidad, cuando demandan derechos.
- Honduras tiene uno de los índices de asesinato más altos en el mundo. Es también uno de los países más peligrosos para los periodistas, según el Índice de la Libertad de Prensa Mundial 2014, se ubica en el lugar 129 de 180. Los periodistas son amenazados, atacados, y asesinados regularmente, a causa de su trabajo. El gobierno de Honduras falla para castigar a los que usan la violencia contra los reporteros, esencialmente otorgándoles impunidad. Este espacio será dedicado a examinar la falta de protección para los periodistas hondureños quée ejercen su profesión. Los temas incluirán el uso de la publicidad patrocinada por el Estado como un mecanismo para castigar o compensar publicaciones, y la censura y autocensura como obstáculos hacia el progreso democrático.
- Nacida en Cofradía, Honduras, Dina Meza ha sido reconocida por PEN Internacional, Amnistía Internacional, Índice de Censura y Periodistas sin Fronteras por su trabajo como periodista y defensora de los derechos humanos. Actualmente, Dina es la fuerza impulsora detrás de la creación del Centro PEN en Honduras. En el 2013, escribió “El Reinado del Terror” (“Reign of Terror”), un reportaje profundo sobre las amenazas a los periodistas hondureños, para la revista del Índice de Censura. En el 2014, fue nombrada una de los “100 Héroes y Heroínas de la Informacion,” por Reporteros sin Fronteras.
Pero también hay otras personas encapuchadas que llegan a la UNAH con toda libertad, a ellas no se les pide identificarse ni se les abren procesos penales. Son los policías militares, preventivos y de investigación que saltan los muros a petición de las autoridades de ese centro de estudios.
Los estudiantes de la UNAH vienen realizando protestas pacíficas para demandar democracia en esa universidad, que se abra un diálogo, se desmantele la represión que va desde vigilancia, amenazas hasta desprestigio de los liderazgos estudiantiles., y que se suspendan órdenes de captura contra estudiantes, emitidas este 07 de junio de 2016.
Volviendo a la palabra “encapuchados” con la que se designa a los estudiantes, es importante señalar que la capucha se utiliza por los cuerpos represivos del Estado para no ser identificados por las víctimas de violaciones a derechos humanos.
En tanto que los estudiantes la utilizan para no ser víctimas de procesos penales, tal como ha ocurrido con aquellos que no se cubren sus rostros y quienes enfrentan juicios por hacer uso de la protesta social. A pesar que tratados y convenios internacionales señalan que el Estado de Honduras debe respetar el derecho a la libertad de expresión, eso no sucede en la práctica y la protesta social como parte de la libertad de expresión es lesionada cada vez que cualquier grupo se manifiesta en contra de decisiones estatales.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, ha señalado que “El derecho a manifestarse públicamente es un elemento esencial de la libertad de expresión. En muchas ocasiones, las protestas callejeras, los cortes de vías de comunicación o las reuniones públicas son el único mecanismo disponible para amplios sectores de la sociedad que no tienen o ven enormemente dificultado el acceso a los medios de comunicación masiva.”
En el caso de los estudiantes universitarios desde el 2010 vienen exigiendo que se abra un proceso de diálogo porque las autoridades se han cerrado a ello y han impuesto el autoritarismo. Lo que es importante destacar que la UNAH es el país en pequeño, allí se dan todos los elementos utilizados desde el poder central de Honduras: descalificación de la labor de defensores y defensoras de derechos humanos; criminalización de la protesta social; cierre de espacios de libertad de expresión, vigilancia, hostigamiento y seguimientos contra estudiantes.
Me tocó vivir una experiencia bien lamentable cuando llegué al Centro Universitario del Litoral Pacífico, CURLP. Allí los profesores están totalmente vigilados y cualquier movimiento de estudiantes es vigilado. Llegué a ese centro de forma anónima, no puedo contar los detalles de cómo burlé la vigilancia. Iba en búsqueda del testimonio de una docente a quien le han aflojado las tuercas del vehículo, solo por estar en contra del accionar represivo de las autoridades, eso es el diario vivir en ese centro universitario, así lo decía Héctor Martínez, un sindicalista del Sindicato de la UNAH, que sufría atentados, vigilancia y amenazas, por su trabajo como defensor de los derechos humanos, al final lo mataron de varios disparos y su crimen aún está en la impunidad.
Defender derechos en Honduras es una situación de mucho riesgo, se puede enfrentar la criminalización, el desprestigio y hasta la cárcel.
Decenas de campesinos y campesinas han sido procesados; mujeres sufren violencia cuando se atreven a demandarla al Estado de Honduras, y los periodistas tienen querellas porque hablan de temas espinosos porque involucran a funcionarios estatales.
Lo impactante es cómo los estudiantes han reconvertido la frase “encapuchados,” sus padres, hermanos y demás familia han llegado con carteles a la UNAH para decir “soy encapuchado porque te quiero pública UNAH.” Nadie quisiera estar en los zapatos de quienes usan la fuerza para contener la protesta social; el gran inconveniente en este asunto es que se terminan los argumentos, en el caso de la UNAH. Los diversos argumentos utilizados por la rectora Julieta Castellanos desde que hay un partido político atrás de las protestas hasta que los estudiantes son vándalos, se le está yendo de las manos.
La altura con que se han manejado los estudiantes que tienen propuestas por escrito para terminar con el conflicto en la UNAH, deja muy mal parada a la rectora Castellanos que se empecina en el autoritarismo y ella no usa capucha.
Desenmascarar este sistema de injusticias establecido en la UNAH es peligroso, por lo que es justificable que los estudiantes se cubran su rostro. Desde la sociedad debemos exigir que se termine con una capucha que ahoga por un lado, pero hace más fuertes a los estudiantes.
De allí que la comunidad internacional tiene que darse cuenta que aunque la rectora trata de mantenerse como una persona muy justa públicamente pero haciendo represión dentro de la universidad que ella dirige, definitivamente no habrá capucha que valga porque la verdad sale a flote desenmascara y desencapucha.