Cuba Comunista: El Sínodo Cínico de Todos los Papas
by Orlando Luis Pardo Lazo / September 24, 2015 / No comments
Viene ya un tercer Papa católico a la Cuba de los hermanos Castro, del 19 al 22 de septiembre. Y este parece ser un récord imbatible, incluso en el futuro sin dictadura de nuestro país. En efecto, los ministros de Dios en la Tierra han visitado tres veces nuestra ancestral tiranía, un régimen totalitario con tintes de utopía tropical: Juan Pablo II en enero de 1998; Benedicto XVI en marzo de 2012; y Francisco en septiembre de 2015.
- ¿Vale la pena enfocarse en las imágenes y palabras escapadas de la última utopía viviente en la Tierra? ¿Es la Cuba de hoy un país contemporáneo u otro idilio idiotlógico en el desierto ladinoamericano? ¿Nostalgia post-Guerra Fría con culpa o complicidad del Primer Mundo? ¿Cabe confiar que una Rewwwolución en Red removerá al régimen retrovolucionario de 1959? Aspiro a provocar más dudas que certezas. Leer o no leer: he aquí la cuestión.
- Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.
Ninguno de estos pontífices logró mucho más que la aprobación oficial de algún que otro día feriado en el calendario religioso: la Navidad, el Viernes Santo, etc. Pero Cuba sigue sin presencia religiosa en los medios masivos de difusión nacional. Pero Cuba sigue prohibiendo todo tipo de educación e incluso de cultura religiosa. Y Cuba sigue dirigida por los mismos comandantes que encarcelaron y expatriaron a cientos de sacerdotes: los mismos que implantaron una constitución de carácter “ateo” entre 1976 y 1992, cuando por oportunismo geopolítico ellos mismos convirtieron en “laico” a nuestro Estado, un monolito marxista donde un solo partido político es legal —casualmente, el comunista.
Como regalo de cumpleaños 78 al papa Francisco, el 17 de diciembre de 2014 el presidente norteamericano Barack Obama y el general cubano Raúl Castro anunciaron en simultáneo que sus respectivos países comenzaban una nueva era: la era de la ilusión para el resto del mundo; la era de la misma retórica revolucionaria para los cubanos.
El martes 27 de marzo de 2012, yo fui arrestado violentamente y encarcelado de manera preventiva —sin cargos judiciales, sin poder hacer una llamada telefónica, y sin ninguna otra justificación legal— junto a cientos de activistas sociales, disidentes, y opositores políticos. No nos liberaron hasta que el Papa Benedicto XVI se fue de la Isla, bajo un operativo policial que militarizó las plazas de Santiago de Cuba y de La Habana: la llamada Operación Voto de Silencio. Ni siquiera se permitió a las parroquias definir cuáles de sus feligreses asistirían a misa, la que a la postre fue un pésimo teatro secuestrado por el Ministerio del Interior.
Por desgracia, en un país donde hace 56 años que el tiempo se congeló —ahora ya a manos de una gerontocracia tan despótica como decrépita—, la historia se repite idéntica e insultante cuatro años después. Según se acercan los días del Papa argentino en Cuba, se han intensificado las oleadas de arrestos arbitrarios, que incluyen los fascistoides “actos de repudio” en la vía pública, donde el propio pueblo es atizado por las autoridades para que acosen a los activistas pacíficos con cruel impunidad.
La Iglesia Católica cubana hoy está acéfala. Su cardenal y sus obispos hace décadas que responden mucho más al gobierno castrista que al pueblo dejado a solas, como un ganado sin pastor o, peor: con pastores en la piel perversa de los policías. En tanto jerarquía eclesial, se trata de una institución infame, con talante de hipócrita —para esconder sus escandalitos sexuales y de corrupción— y con vocación de suicida —pues cuando los cubanos seamos un pueblo libre de nuevo, nunca más creeremos en estos cómplices teocráticos del dictador.
El silencio de la Iglesia Católica cubana respecto a las violaciones de derechos humanos en Cuba es atroz. Es un silencio soez de sotanas socialistas. Un silencio cómplice del doble atentado mortal que el régimen cometió contra los líderes de la sociedad civil Oswaldo Payá y Harold Cepero, pocos meses después de la última visita de un Papa a Cuba.
Hay coyunturas históricas donde Dios no cabe en el cuerpo cadavérico de las iglesias en la faz de nuestro planeta. Son momentos en los que sólo en el alma de cada humano es que Dios se salva de no ser tan dios. Cuba vive uno de esos instantes intangibles. Los cubanos nos debatimos entre perpetuarnos en una barbarie sin biografía o refundar una vida en la verdad.
El mundo mira. Los milagros empiezan en uno mismo. Tu solidaridad es vital para los cubanos que hoy vuelven a ser arrestados de manera “profiláctica”, como si fuéramos agentes patógenos de una enfermedad llamada la Libertad.
Mundo, no mires solamente, por favor. Mejor, extiéndenos una mano de aliento. Porque un futuro menos fósil para Cuba depende de estrechar voluntades de bien contra los secuestradores de la soberanía del ciudadano y nuestra voluntad en tanto Nación y Exilio.
Las tres misas del Papa Francisco en la Isla no deberían convertirse en una caricatura de las del Papa alemán que, apenas un año después de irse de Cuba, se fue también de la Santa Sede sin dejarnos una creíble explicación.