Castro censura a los cubanos hasta en el Departamento de Estado de Washington DC
by Orlando Luis Pardo Lazo / August 3, 2015 / 1 Comment
Después de 54 AÑOS sin relaciones diplomáticas, el pasado lunes 20 de julio a las 10:30 de la mañana se inauguró en Washington DC la embajada cubana.
Bajo un sol de plomo y con más de 90 grados Fahrenheit, se reunió más de medio millar de personas en la mansión del NÚMERO 2630 de la calle 16 del Northwest de la capital norteamericana. Se les sirvió un maratón alcohólico del archifamoso trago “mojito”, así como un carnaval de sándwiches cubanos (sí, esa misma exquisitez criolla que también emigró de la Isla por las demasiadas décadas de escasez).
- Is it worth-while to focus on the last images and letters coming from the inside of the last living utopia on Earth? Is Cuba by now a contemporary country or just another old-fashioned delusion in the middle of Nowhere-America? A Cold-War Northtalgia maybe? Can we expect a young Rewwwolution.cu within that Ancien Régime still known as The Revolution? I would like to provoke more questions than answers.
- Orlando Luis Pardo Lazo was born in Havana City and still resides and resists there, working as a free-lance writer, photographer and blogger. He is the author of Boring Home (2009) and is the editor of the independent opinion and literary e-zine Voces.
Entre los invitados, destacaban muchos estadounidenses afines al régimen castrista, incluidos actores, periodistas, magnates, académicos, políticos, ex-políticos, diplomáticos y ex-diplomáticos, pero ningún líder o ciudadano relevante de la comunidad exiliada de la Isla, que ya suma más de dos millones en los Estados Unidos. Por eso afuera del recinto hubo protestas pacíficas contra semejante injusticia. Pero, esta exclusión era de esperar, pues es justo así como el castrismo logra la gobernabilidad: mediante la violencia y el no-diálogo.
Sin embargo, lo realmente preocupante ocurrió pocas horas después, en la conferencia de prensa que ofrecieron esa tarde del lunes el Secretario de Estado norteamericano John Kerry y el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Fue nada menos que en el Departamento de Estado. Como periodista, pude participar acreditado por la agencia Firmas Press, radicada de Miami, junto a la activista y columnista cubana Rosa María Payá, hija del mártir Oswaldo Payá, Premio Andrei Sajarov del Parlamento Europeo 2002, cuyo asesinato extrajudicial hace 3 años en Cuba, se conmemora coincidentemente el 22 de julio.
Desde que ambos entramos al salón sentimos la tensión a nuestro alrededor. Los agentes de Seguridad rodearon nuestros asientos con rostros amenazadores. Como buenos cubanos que hemos sufrido la represión de la Seguridad del Estado en nuestra patria, enseguida la paranoia se apoderó de nosotros. Pero no fue hasta que yo fui llamado a un rincón aparte por el vocero John Kirby, que nos dimos cuenta de que la causa de semejante alboroto éramos, en efecto, exclusivamente nosotros dos.
John Kirby, a pesar de tener el honorable rango de Almirante, tuvo el deshonroso rol de fungir como el censor de la libertad de expresión en tierras de libertad. Y no sólo tuvo que actuar como tal, sino que lo hizo a la manera de un títere del totalitarismo, representado allí por la delegación diplomática cubana, cuyos oficiales fueron los que denunciaron a su contraparte norteamericana nuestra presencia en la sala, acaso como saboteadores.
El señor Kirby me dijo entonces que yo no podría realizar pregunta alguna al canciller de mi propio país y, sobre todo, que debía informarle a mi colega Rosa María Payá que sobre ella pesaba una amenaza de sacarla por la fuerza de la sala, si intentaba una mínima participación.
Este exceso grosero del gobierno norteamericano contra dos ciudadanos cubanos, que también somos residentes permanentes en los Estados Unidos, sólo puede entenderse como parte de un apartheid más o menos racista contra los cubanos, el cual se ha ido entronizando durante la administración demacradamente demócrata de Barack Obama.
Este abuso de confianza en el plano personal, este irrespeto a nuestra profesión como periodistas free-lance, y ese abuso de poder cometido por un funcionario público pagado por los contribuyentes del pueblo norteamericano, fue además una coacción para intimidarnos, ya que la conferencia de prensa nunca sería tal, pues la delegación cubana exigió que las preguntas estuviesen arregladas de antemano, para así no molestar ni con el pétalo de una palabra al canciller Rodríguez Parrilla, cuyas conclusiones no tanto demagógicas como despóticas fueron que cualquier posible “apertura política en Cuba” ya había ocurrido en un pasado tan remoto como “enero de 1959”, cuando la Revolución castrista se hizo con el poder absoluto a través de las armas y abolió toda la vida civil de nuestro país.
Las democracias hoy parecen apenadas de democratizar a los pueblos vecinos. Pero el castrismo ahora está más confiado que nunca para castrificar al continente completo. El futuro del periodismo libre en nuestro hemisferio está cada día más en peligro, pues la influencia del sistema monopartidista cubano a perpetuidad ya parece haber echado raíces hasta en el Departamento de Estado de Washington DC.
One Comment on "Castro censura a los cubanos hasta en el Departamento de Estado de Washington DC"
Gracias Orlando Luis por tu valentia y coraje. No tengo palabras para expresar mi agradecimiento por todo lo que haces por nuestra pobre CUBA. Tengo que ratificar el orgullo que siento cuando leo o veo tus denuncias hechas con un valor solo propio de los hijos nacidos en una familia llena de patriotismo y vergüenza. Que Dios te colme de salud junto con tu venerable familia.
Un fuerte abrazo de mi parte.