¡Liberen al Sexto!
by Orlando Luis Pardo Lazo / February 27, 2015 / No comments
El Estado cubano lo odia. La policía política (brazo paramilitar de la Revolución) lo odia. Los artistas oficiales lo odian. Es posible que hasta el arte cubano lo odie. Se lo merece. Porque, entre esclavos, nadie es más odiado que los seres libres. Ni nada hay más castigado que la belleza, en un pueblo humillado a aplaudir su propia fealdad. Como tampoco nada es más peligroso que la verdad en una nación que sobrevive en el clima claustrofóbico de la mentira.
- ¿Vale la pena enfocarse en las imágenes y palabras escapadas de la última utopía viviente en la Tierra? ¿Es la Cuba de hoy un país contemporáneo u otro idilio idiotlógico en el desierto ladinoamericano? ¿Nostalgia post-Guerra Fría con culpa o complicidad del Primer Mundo? ¿Cabe confiar que una Rewwwolución en Red removerá al régimen retrovolucionario de 1959? Aspiro a provocar más dudas que certezas. Leer o no leer: he aquí la cuestión.
- Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.
En cambio, Cuba no se lo merece a él: no se merece el talento terrible del grafitero Danilo Maldonado Machado (alias El Sexto). Aunque, de tanto firmar su nombre con spray en las calles de La Habana, acaso ya él sólo sea El Sexto, mientras que Danilo Maldonado Machado es el alias de su ficha policial.
De hecho, tras incontables amenazas y coacciones y arrestos ilegales, desde el 25 de diciembre de 2014 El Sexto está preso en Cuba a la espera de juicio, por intentar un performance que nunca tuvo lugar. Su captura fue una venganza, un castigo ejemplar para el resto del campo —o camping— cultural cubano.
Y es que lo quieren desaparecer de las calles por un buen tiempo. La Seguridad del Estado (la misma que borra con pintura sus grafitis, y cuyos agentes le han roto la ropa al Sexto en plena vía pública, antes que El Sexto se tatuara su arte político a ras de su propia piel.) por fin va a librarse de este artista comprometido con la causa pro-democrática cubana, en tiempos donde hasta Estados Unidos está legitimando una dictadura por la que, en más de medio siglo, ningún ciudadano votó. En efecto, la transición cubana parece ser hoy hacia un castrismo sin Castros. O con Castros de segunda y tercera generación.
El Sexto había decorado a dos cerditos reales con el verde oliva típico del militariado cubano. Y aún más: los bautizó con pintura como “Fidel” y “Raúl”, dos nombres comunes en la Isla, pero que coinciden con los de los hermanos Castros, en el poder desde 1959. Entonces El Sexto los untó con manteca para hacer a ambos animalitos resbaladizos al punto de lo incapturable, e intentó soltarlos a su suerte en pleno Parque Central de La Habana Vieja, para provocar la carnavalesca reacción de nuestros compatriotas en Navidad, un día después de la clásica Nochebuena del 24 de diciembre, donde tanta carne de cerdo consumen los cubanos.
“Rebelión en la Granja, in memoriam”, se llamó su performance abortado antes de nacer: El Sexto fue arrestado con violencia en el auto en el que viajaba, por patrullas y motocicletas policiales que habían estado vigilándolo ostensiblemente durante casi un mes. Al parecer, le imputarán los cargos de escándalo público y desacato, aunque nada de eso sucedió. La historia en Cuba es puro modo subjuntivo.
Hace ya dos meses desde su reclusión en la siniestra prisión de Valle Grande, pero aún El Sexto no ha sido llevado a juicio. Ni tampoco le han dado a su familia una fecha para juzgarlo. Hasta la injusticia en Cuba es ineficiente al punto de lo insultante. El tiempo de los cubanos pertenece por entero al Estado totalitario.
El Sexto, en su condición de asmático, está pasando momentos dramáticos en una cárcel tan húmeda como tan precaria de toda atención médica. Sin embargo, El Sexto ha resucitado milagrosamente in absentia en las calles de La Habana. Un mar de flyers aparece de cuando en cuando en los postes, fachadas y muros de la ciudad, pidiendo libertad para nuestro “grafitero en jefe”, con un toque de humor y mucho de coraje, pues quien sea sorprendido pegando semejante campaña por su liberación, sin duda será también encarcelado por la gerontocracia en el poder.
Dejemos que sea El Sexto, en una carta sacada clandestina desde la cárcel, quien se explique mejor que cualquier escritor cubano: “Ninguna de mis locuras hubiera sido posible si no supiera que no estaba solo y que cuento con el apoyo de muchos de ustedes. Es posible llenar los corazones de esperanza. Nunca el mal podrá contra el bien. Jamás las mentes retrógradas podrán contra las mentes libres. Nunca la violencia podrá contra el arte y la razón. La muerte nunca podrá contra la vida y el amor. Vivo alegre porque vivo sin miedo y, aunque persiguen y acosan a mi familia, nunca logran hacer mella en mi creatividad”.
Solidaridad con El Sexto ahora: grafiteros de todos los países, ¡uníos!